Un paseo en bicicleta (I)

noviembre 17, 2014

Un paseo en bicicleta (I)

La bicicleta

Se levantó temprano como cada domingo, decía que le gustaba aprovechar los días festivos porque son cortos y tranquilos. Se dispuso a recoger el periódico que diligentemente le dejaba el chico del reparto en su jardín. Volvió a entrar en casa y calentó una taza de café, sus ojos todavía estaban dormidos y veía algo borroso. Quizás será la edad, pensó. Se los enjuagó con agua tibia y palpó por encima de la mesa para encontrar las gafas. Se las puso y mientras tomaba la taza de café caliente abrió el periódico como de costumbre: por el final, decía que le gustaba ir al contrario que el resto y que lo corriente no era lo suyo. Martina era bailarina, pintora y poetisa le gustaba ser lo que ella quisiera, las barreras no estaban en su punto de mira, las saltaba.
Ahora vivía sola con su gato Cornelius que la acompañaba a todas partes, pero que esa mañana había preferido ir solo a dar el paseo. Ella mientras tanto, canturreaba y empezaba a preparar su nuevo lienzo, blanco, tenso, libre, los comienzos le entusiasmaban, decía que eran para ella un nuevo camino por recorrer, una nueva línea para trazar. Siempre fue muy creativa.
Todavía se podía notar el sol del otoño que calentaba sin molestar, como ella decía, recorrió con la mirada su jardín y reparó en el tono rojizo anaranjado de las hojas sobre la hierba. Y los pajaritos piando y dando pequeños saltos entre las hojas, de repente, apareció Cornelius sigiloso, expectante, acechando, y en cuanto se acerco a ellos echaron a volar rápidamente sin casi dejarle tiempo a reaccionar. Su cacería había concluido. Entró en casa maullando para avisar a Martina que había llegado, se sentó a escasos metros de ella y observaba sus movimientos: Martina ya estaba inmersa en su nueva creación algo le decía que sería "la obra" esa que tanto esperó.

Continuará...